Blogia
llega-a-ser-el-que-eres

Miradas ocultas.

El sin sentido de esta vida que nos tiene a todos reflexionando. Muchas veces me pregunto por el sentido de las cosas, es decir, de que me sirve sufrir o aprender del efecto de muchas circunstancias, si la gran mayoría de ellas son tan surrealistas o tan dramáticas. Necesito contar esta historia, esta experiencia que para mi todavía sigue siendo tan atípica, cargante, alegre, triste, amorosa, odiosa, divertida, aburrida, larga, corta, intensa, pasajera y muchas palabras mas. En junio del año pasado (2005) decidí que en agosto me movería por el mundo con una causa bondadosa, en aquel año tenia ganas de hacer alga excéntrico y a la vez satisfactorio, sobre todo, desconocido. Motivado por la rutina de las personas de toda la vida - sin tono despectivo – de las mismas costumbres y lugares, pensé que tenia que saciar esta inquietud existencial para la búsqueda del conocimiento espiritual y para derribar los muros del pensamiento. ¿Que es lo que hice en agosto? Pues me fui a un campo de trabajo en Francia. ¿Que es eso? No tiene nada que ver con un campo de concertación militar o ¿quizá si?, se puede parecer en las comidas porque allí comí poco y mal. Estuve todo el mes de agosto en un pueblecito situado en la frontera de los alpes suizos con una inmensidad de paisajes fantásticos.  En definitiva, un campo de trabajo es una convivencia con personas de otros países ( Alemania, Republica Checa, Japón, Rusia, Canadá, Italia y Grecia), con  tiendas de campaña para dormir y una carpa grande con su cocina y tal, pero además de esto, trabajábamos todos los días salvo el domingo que descansábamos. ¿Qué trabajo hacíamos allí?  Limpiar un puto bosque inmenso a tres km. de nuestro puto campamento, cortar la  mala hierba, árboles muertos y plantas ofensivas para la vida del bosque. Trabajo de jardinero intensivo. El viaje me pareció que era a Francia, pero, fue realmente un viaje por los caminos mas profundos de mi personalidad y del corazón. Mi espíritu borro los limites de la razón para dibujar enérgicamente el paisaje de mi corazón. Ahora, después de tanto tiempo, miro el cuadro en el que estoy retratado y no se quien es aquel joven. La libertad absoluta del ser humano olvidada por el conocimiento de la rutina, los ojos que miran el sol nacido de un nuevo día, indagar en la luz de nuestra oscuridad. Eso era lo que sentía y ahora se ha transformado en un recuerdo obsesivo que me inyecta  nostalgia de aquella experiencia. Aquí en mi ciudad, con mi propio idioma y con una manera de clasificar la realidad tan habitual, descubrí que mi mente no había llegado al mismo tiempo que mi cuerpo a la realidad de mi yo, es decir, mi mente no había pulido del todo los sentimientos por los que viaje. ODIO. AMOR. ALEGRIA. TRISTEZA. VITALIDAD y MUERTE.

0 comentarios