Furia enlatada.
Estoy cabreado con la vida, la juzgo, y me dan ganas de quemarla. Me pesan las cadenas oxidadas de penas, los demonios vuelan alrededor de mi moral y los ángeles empiezan a volar a un cielo oscuro. Mi corazón se esconde en las calles, se escapa de las miradas, mi alma huye del tiempo, huye del destino, y no esta donde tiene que estar. Mi voz es el silencio que esconde la llamada de la redención. Soy un rebelde sin causa que lucha por tener su propia causa, dudo de que los demás puedan aportar algo a mi verdad, cada palabra que oigo de mi es un puñal que se clava en mi. Pero todo esto va a cambiar si es que algún día no ha parado de cambiar, ya llevo tiempo andando y todavía me falta recorrido. Todavía estoy lejos de la luz, fuera del mundo, un fantasma entre los vivos. A veces gano y a veces pierdo, pero, cuando pierdo mi corazón se rompe y cuando gano mi corazón se aferra al triunfo. Prisionero de mi propia cárcel, no encuentro la salida, se que el tiempo derriba cualquier muro y así podré disfrutar de los placeres de la vida.
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