Un vaso lleno de whisky.
Entro en el bar. En la esquina de la barra, sentado en un taburete, con un baso de whisky y fumándose un porro, hay un hombre que parece estar abstraído en su soledad mental. La expresión de su cara es seria y carente de esencia, como si le faltase algo. Parece preocupado. Me apetece beber, voy a pedirme una botella de whisky que inyecte buenas dosis de olvido. Aquel hombre de la barra, esta igual de solo que yo, parece que venia a lo mismo, a olvidarse del mundo. Me sentare ahí, al lado suyo.
Llego a la barra y le digo a la camarera.
-¡Oye! Ponme una botella de aquel whisky, por favor.
-Vale, pero ¿va a querer la botella entera?
-Si, entera.
-Vale, aquí tienes nene.
-Gracias guapa.
Me siento en el taburete, noto que alguien esta clavando su mirada en mi, giro levemente la cabeza hacia la derecha, es ese hombre, sus ojos están gritando, desesperados, hablar con alguien.
-¡Buenas amigo!, ¿Cómo te va?- me pregunta el.
-Muy bien, no puedo quejarme.- le contesto forzando la sonrisa.
- La vida a veces es muy perra ¿Verdad?
-¿Por qué lo dices?
- Quejarnos de las circunstancias que nos afectan. Buenas o malas, la mayoría de ellas, son el efecto consciente o inconsciente de nuestras intenciones, el resto, lo juzga una ley misteriosa.
-¿A que te refieres? ¿Dios o algo parecido?- le pregunto.
-Puede ser, se ha especulado mucho sobre el tema, dios, suerte o el efecto de nuestra acción.
-No se, dudo que exista dios.
-Amigo, en esta época ya nada se valora si no mira a tú alrededor y llora.
- Prefiero beber.- le conteste poniendo fin a la conversación.
Cojo la botella y me sirvo mi primer baso. Me lo bebo de un trago. Lleno otro y me lo bebo de otro trago. Me he bebido ya tres o cuatro seguidos. Voy a parar, noto que mi conciencia esta ya dispersa en un universo abstracto y mi vista empieza a ofuscarse. Me pregunto cuantos vasos se habrá bebido este hombre, lo observo y me veo a mi despues de haber bebido algo mas. Borracho. Sin querer nada más salvo el vaso que tengo en frente.
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