Daniel y su libreta.
Como todos los días, Daniel era despertado por el vigilante, a la hora de siempre, y como todos los días, lo primero que hacia al levantarse era abrir y mirar por la pequeña ventana, aquel original paisaje. Necesitaba ver una señal de esperanza. Estuvo largo rato inspirando aire puro y limpio del exterior, recordando tiempos mejores, miró a su alrededor y se preguntó;
¿Por qué?
El olor de aquel sitio emanaba fragancias de sudor y testosterona, la pintura gris que rodeaba el dormitorio le daba un toque frío y superficial. Cogió su libreta y su lápiz. En la prisión donde el se encontraba no estaba permitido tener ningún objeto personal, nada que pudiera esbozar en su cara un intento de sonrisa. Hace tiempo, su novia la visitó y, le dijo:
“¡Daniel! Te doy esto para que escribas lo que piensas aquí dentro, tienes que sacar esa agresividad que tienes y tanta mierda que has vivido”, se lo dio sin que ningún vigilante pudiera percatarse del trapicheo.
Entonces, aquel día, Daniel, decidió empezar a llenarlo de su mierda, cogió la libreta y el lápiz y se dijo a si mismo;
“Bueno, ahora ya tengo mis herramientas, así que voy a escribir algo”.
Dejó pasar los minutos esperando un susurro de inspiración, sin prisa, le quedaban veinte años para ser libre, tenía mucho tiempo y solo esa motivación en la vida. Aquel folio en blanco era para el como cruzar un desierto sin poder beber agua, pensó;
“¿Qué puede escribir una persona que vive en una cárcel? Todo lo bello que quiera escribir, sobre la vida, va a ser una mascara de la realidad en la que vivo, tendría que pintar con sangre en las paredes y que pudieran ver en letras grandes y claras;
DOLOR y ODIO”.
Escondió su libreta y el lápiz, inmóvil, junto a la ventana, se quedó observando los largos campos verdes con las montañas y los pájaros volando, todo aquello le parecía un regalo para el alma, lo triste era que en su libreta, no había ninguna página con aquella esencia, no había podido escribir durante todo el tiempo que vivía allí, algo con esencia.
La libreta estaba y seguiría, mientras el estuviese ahí dentro, en BLANCO.
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