Duelo invisible
En el lugar de combate, pelean desde tiempos arcanos, el ser vestido de blanco y el ser que viste de negro, ambos, no han cesado de luchar. Esta guerra entre el sentido y la destrucción, desde hace un tiempo atrás, está fluyendo por las venas de mi corazón. La temperatura de la sangre sobrepasa el calor del magma, erupción provocada por la ira que martillea mi vida, por los efectos de la alergia social. Lobo estepario como diría Herman Hess, lobo solo de noche, de día, un borrego mas. Desde el cosmos de mi introspección, el vacío tan abrumador hace difícil la ardua tarea existencial de ver la blanca luz. Una luz que arroje respuestas, verdades, conocimiento, sobre todo, paz, en estos tiempos que ruedo y ruedo por el destino sin saber donde termina este camino. El arte de escribir, el acto creativo del ingenio o la razón o el entendimiento de mi pluma de tinta vital y existencial, marca el ritmo de jazz que bailan estas letras, este alimento espiritual de dulce sabor, puede pagar la redención de este cautivo de las circunstancias. Encarcelado a priori por su paralogismo, sentenciado a priori por su visión subjetiva. Con esta dosis, por ahora, dejo sedado a mi ego que me tortura con su presencia y, satisfecho, al ser que viste de negro.
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